Abrí el armario y me encontré a un hombre desnudo. Extrañada, le pregunté qué hacía allí dentro. Me dijo que permanecía escondido desde que el marido de la anterior inquilina apareció una tarde de improviso. Luego me suplicó si podía quedarse. Prometió no hacer ruido ni arrugarme los vestidos. Tras veinte años encerrado se había acostumbrado al olor a lavanda del antipolillas. Accedí y cerré otra vez la puerta con llave. Sólo quería recordar qué se siente cuando alguien te mira mientras te quitas la ropa. Aunque fuera a través del ojo de una cerradura.
Agustín Martínez Valderrama
Que bonito...
ResponderEliminarNo me imagino tener un tipo en el placard de mi cuarto, pero tengo un vecino que sé que me espia si dejo la ventana abierta Jeje
Beso Agustin, es muy lindo...
¡Excelente Agustín! Me gustó mucho!
ResponderEliminarSaludos!
Bueno yo también lo tendría...pero sólo si fuera guapísimo :) me encantó Agustín, y deja en evidencia la naturaleza...femenina :)
ResponderEliminarAplaudo a las personas que pueden contar historias en pocas palabras y aquí está todo perfectamente narrado. Felicidades.
ResponderEliminarMe gustó mucho, Agustín. Divertido desde el principio y sensual en ese toque final.
ResponderEliminarMi aplauso.
Agustín, me gustó la primera vez que lo leí y lo releí y hoy lo leo y miro al hombre de mi armario, le saludo y cierro otra vez.
ResponderEliminarUn abrazo
Menos mal que aún no tengo puertas en los armarios jajaja.
ResponderEliminarbicos.
Placeres ocultos...
ResponderEliminarUn abrazo