
Como todas las noches, se atiborraron en la gran despensa, retirándose cuando sus barriguillas ya reptaban por el suelo. Siempre con sumo sigilo para evitar llevarse un buen escobazo. Uno de los roedores olió el perfume de la mujer. Desde lo alto, esta lo miraba sonriente y serena, al contrario que otras veces. De la caja que sostenía escapaban unos granos de maíz que caían al piso. El ratón se relamió viendo ese maíz, idéntico al que acababa de devorar.
Oh ratón confiado.Ella te va a envenenar.
ResponderEliminarLa venganza es un plato que se sirve frío, como el maíz que este simpático y confiado ratoncito está devorando... morirá feliz!
ResponderEliminarAbrazos
Se presagia un triste final...al menos para los ratones :S
ResponderEliminar¡Excelente Torcuato!
ResponderEliminarSaludos!
qué buen texto!!
ResponderEliminarYo tuve un ratón en casa y lo alimentaba con cariño.
ResponderEliminarMi ex lo reventó a escobazos... ese fue una de nuestras desagradables discusiones jajajaja.
Por eso es mi ex.
Un biquiño de una amante de los animales.