Después de una vida llena de riquezas y poder, notando ya los primeros quemazones, desde su lecho de muerte se lamentó de haber negociado con aquel pequeño hombre de rostro rojizo y extraña sonrisa.
Muy bien establecido que todos los que logran poderes y riquezas por medios malignos no lograron disfrutarlos plenamente en vida. El auténtico triunfo en la mente es la paz y el equilibrio de lo que uno es internamente y no del medio ambiente de apariencias que a muchos engaña hasta llevarlos a venderse al mal, aunque el diablo como tal no exista, lo simboliza. Ojalá muchos perciban ésta lección y den los pasos correctos. Un abrazo.
...y no era un irlandes...;) Un abrazo
ResponderEliminarTarde, tarde :)
ResponderEliminarBicos Torcuato
Diabólico estimado Torcuato.
ResponderEliminarYo no quiero tratos con ese personaje. ¡Cruz, cruz!
Un abrazo.
Estos tratos ante el espejo... al final terminan en arrepentimiento.
ResponderEliminarPero solo al final, por lo de lo inesperado...
Un abrazo
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ResponderEliminarEso no vale. Arrepentirse justo al final... Es como querer irse sin pagar de un lupanar.
ResponderEliminarBesos satánicos.
Como soy media tonta..acabo de caer en cuenta de quien es aquel pequeño hombre... Un abrazo :)
ResponderEliminarMuy bien Torcuato! Muy sutil. Me gustó!
ResponderEliminarSaludos!
Buen micro en el que dejas una pequeña rendija donde el lector observa la escena. Un abrazo.
ResponderEliminarMuy bien establecido que todos los que logran poderes y riquezas por medios malignos no lograron disfrutarlos plenamente en vida.
ResponderEliminarEl auténtico triunfo en la mente es la paz y el equilibrio de lo que uno es internamente y no del medio ambiente de apariencias que a muchos engaña hasta llevarlos a venderse al mal, aunque el diablo como tal no exista, lo simboliza.
Ojalá muchos perciban ésta lección y den los pasos correctos.
Un abrazo.
Gracias amigos.
ResponderEliminarUn abrazo