Despertó sobresaltada. En su sueño iba desnuda por la calle seguida por una turba de chicos, colibríes e insectos. “¡Qué absurdo!”, se dijo al sopesar lo inverosímil de la historia, y se metió a la ducha. Mientras el agua fría arrastraba los últimos remanentes de sopor, Diana vio con asombro cómo, al contacto de las manos jabonosas, los minúsculos botones de sus senos comenzaban a abrirse.
Esa mañana camino de la escuela, la joven exhibía orgullosa sus fragantes alcatraces.
Es excelente y refrescante éste relato.
ResponderEliminarDe niña a mujer. Excelente.
ResponderEliminarBuen comienzo josé manuel
Bienvenido.
Me gusta lo de los colibries. Buen comienzo. Un cordial abrazo Jose Manuel
ResponderEliminarGracias, Carlos. La mujer y las flores suelen ir juntas.
ResponderEliminarGracias por el espacio, Torcuato. Por aquí seguiremos.
Héctor, a mí personalmente el colibrí me parece un pájaro enigmático y maravilloso, presente en muchas culturas.
Saludos y gracias por comentar.
Cambios vitales los que aquí se reflejan, José Manuel. Las flores se abren al sol, como las adolescentes a la vida. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarAsí es Maite, aunque la magestuosidad de la mujer persiste, no importa el tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y si, un dia se despierta la niña siendo.....mujer
ResponderEliminarQue bonito.
Cariños
Hay niñas que en la mirada reflejan que siempre han sido mujeres.
ResponderEliminarD
Guao, D:
ResponderEliminarme encantò comentario hiperbreve.
Un abrazo.
Abuela Ciber, o sueña...
ResponderEliminarUn abrazo.