Tras el "¡quéfelicidad, oscasáis...!", el tío Bernardo se acercó, y se acercó, y lo siguió haciendo durante un buen rato, hasta que me tuvo boca-oreja, y ojo-dentaduraarribayabajo. A mí esta situación no creas que me resultaba muy agradable, pero bueno, al menos los caramelos de menta hacían bien su trabajo y le daban un aire de cura de pueblo con andador incorporado. Me espetó, "para que todo os vaya bien, hijo mío, te debes poner siempre abajo..." Y ya está, con la misma parsimonia, se marchó con viento fresco...
Y ahora yo, soporto las humedades. Ella, las goteras y un gato errante.
bicefalepena
Muy buena. Graciosa y gráfica.
ResponderEliminar¡Vaya con el tío Bernardo!
Un gusto leerla.
Me has hecho sonreir Bicefalepena, no te preocupes todos tenemos algún Bernardo en la familia.
ResponderEliminarMuy buen micro.
Has agregado ésto a las joyas del surrealismo.
ResponderEliminarLos caramelos de menta me han resultado de un gran alivio, y me estaba imaginando su aliento caliente sobre mi oreja, bufffff. Un abrazo.
ResponderEliminarBuenísimo, Bicefa. La última frase es magistral, redonda, ferpecta.
ResponderEliminarLos que alguna vez han tenido gato, saben de qué hablas.
Un beso admirado.
Jajaja muy bueno!
ResponderEliminarHe vuelto por aquí para hacer mi votación. Sí señor, muy buen micro!
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