La Diosa Atenea se sintió retada por la osadía de la bella y hábil tejedora Aracne y no lo podía permitir. La castigó convirtiéndola en una insignificante araña para el resto de sus días, que confusa por dicha transformación vio ante sí un mundo de animales de colores inverosímiles. No pudo más que llorar y llorar, aunque sus lágrimas se convirtieran hasta el fin de sus días en hilos pegajosos y redes receptoras de almas inocentes.
Siempre es un placer leer a No Comments, pero siendo sincera éste no es el micro que más redondo me parezca de los suyos. Un besazo.
ResponderEliminarEl origen de los arácnidos al descubierto, has tejido una buena tela de araña. Un abrazo, Indio.
ResponderEliminarSé poco de entomología ,pero entiendo que hay una diversida de arañas descomunal, ya perdí la cuenta de las que he visto, pero bien ,si mi amigo Emilio Rojas corregía los clásicos para su editorial, supongo que estás en tu derecho de correegir la mitología.
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