viernes, 6 de agosto de 2010

La aljofifa


- ¡Niñaaa! ¿Dónde tienes la aljofifa?, voy a darle un “fregaíllo” a la cocina mientras tú “t´apañas”- vocea la mujer desde el otro lado de la casa.
Josefina no puede conseguir que su madre pase por casa sin limpiar algo, doblar alguna prenda o planchar todo lo que encuentra a su paso, que dicho sea de paso, suele ser bastante. Para Doña Josefa, viuda y madre desde muy joven, las faenas de la casa eran coser y cantar, era lo que había hecho siempre, con sus padres, con su marido, con sus hijos. Su Pepi, sin embargo, era un desastre, nunca conseguía “esliarse”. Terminó en un santiamén y aún tuvo tiempo, como siempre, de sacarle brillo emocionada al flamante título de su hija que tantos sacrificios les había costado, estudiando para merecerlo, fregando para costearlo. ¡Lo que tardó en convencerla de que había que enmarcarlo rococó y dorado!, hombre sino, como tenía que ser, que para fregar ya estaba ella y fregar, … friega cualquiera.

3 comentarios:

  1. Sí mamá,y si encuentras un momentito me preparas un gazpacho que se me antojó.

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  2. Yo nunca tuve una mamá así, ni yo soy una mamá así.
    ¿ Me salgo del estereotipo? :)

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  3. Hay madres para todos los gustos.
    Algunas madres y padres matan todas las ilusiones que un hijo tiene y otros las potencian.

    Bonito relato Isabel.

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