jueves, 15 de julio de 2010

RO/BESPIERRE

Sobre los valientes adoquines de la Place de la Révolution, orlados de sangre tibia, rueda un carruaje silencioso y a la vez chillón. Lo conduce un hombre ancho y taciturno tras el cual se discute a sovoz.

ÉL: Ya ves a lo que conduce la estúpida idea de la libertad.

ELLA: ¿Qué sabrás tu de eso? ¡Cállate!

ÉL: Ya me callé durante demasiado tiempo. Ahora es momento de que tú me escuches.

ELLA (con ojos inexpresivos): Ya no es momento de nada.

ÉL: Con esto no termina la existencia, querida.

ELLA: ¡Ja!

Y entre tales razones llega el carruaje al cementerio de Errancis y se detiene sobre un largo quejido. Entonces, dos peones, uno por cada lado, comienzan a descargar los despojos. Y…

ELLA: ¡Eh! ¡No pueden enterrarnos en fosas separadas! ¡Es injusto!

ÉL: ¡Hasta nunca, Ro!

PABLO GONZ

2 comentarios:

  1. Extraño diálogo en rigor mortis.

    ResponderEliminar
  2. Si...extraño y maravilloso, inesperado y no sé, me pareció sentir un poco de alegría en Bespierre? Hombres!!!

    ResponderEliminar

Pon un comentario. Nos gusta que nos leas pero también nos gusta saber que nos has leído.