La única vez que el pueblo ovacionó estruendosamente al dictador,fué cuando éste manifestó su última voluntad el mismo día de su ejecución.Expresó lo siguiente;---Es mi deseo que fusilen a Santa Claus,en Navidad,en Disneylandia.---
Por fin alguien se había encargado de ajusticiar a éste farsante comercial que robaba el crédito al esfuerzo de los padres,y que tarde o temprano les hacía quedar como mentirosos.
jajaja, muy gracioso... pues si, unos minutos de redención.
ResponderEliminarMe encanta el final, qué definición más buena!
ResponderEliminarY no habrá sido otro montaje publicitario de cocacola??
ResponderEliminarDe todas formas tu relato plantea una paradoja: Si fusilan a Santa Claus demostrarían su existencia.
Un abrazo
No matar nunca la ilusión.
ResponderEliminarYo dejé que mis hijas la disfrutaran a tope.
Para toparse de frente con la realidad tienen tiempo...no crees?
Saludos