De pequeño me enseñaron a no creer en las lagrimas de las mujeres, porque me decian que eran lagrimas de cocodrilo.
El otro dia me encontre a una mamá cocodrilo llorando frente al escaparate de una tienda, habia encontrado a su hijo hecho una reluciente cartera. Me puse a llorar con ella.
No me creyó.
Espero a que éste conmovedor relato concientice a las personas a no utilizar pieles de animales como ropa o accesorios.
ResponderEliminarPiensen que sentirían ver un perrito con una chaqueta elaborada con la piel de algún pariente cercano.
Bueno,lo mismo sintió ésa cocodrila.
Muy bueno. Ponerse en el lugar del otro es un buen ejercicio.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Carlos, pensando en el lugar del otro se gesto este micro.
ResponderEliminarEl Microrrelatista, muchas cosas cambiarian.
Un abrazo amigos.