Ilustración de Isabel González. Junio de 2010
("Me hicieron pagar un precio que ningún humano tiene que pagar")
Quiso ser humano y aprendió a mentir. No tardó en darse cuenta de que sería el único que no podría permitirse el lujo de hacerlo sin ser descubierto. Era tan difícil no mentir nunca, si incluso tenía que mentirse a sí mismo para poder seguir viviendo. Hoy, apesadumbrado, observa como su nariz se pierde en el horizonte sin que pueda hacer nada por evitarlo. Allí se le pone el sol, alli le sale la luna, y allí se queda dormido soñando despertares de maderas finas.
Ya te avisaron Pinocho, a saber lo que nos espera a nosotros con el pecado original...
ResponderEliminarAi, me han suspendido, bueno, no hay mal que por bien no venga, así se aprende.
ResponderEliminarMuy bueno.
ResponderEliminarEl hombre sin la mentira no sería humano. Es un poco decepcionante ¿no?
Con el texto aclara bastante Isabel. Me gusta.
ResponderEliminarUn beso.
Poética versión de Pinocho.
ResponderEliminarDibuja claramente como el engaño es una trampa,que al primero que atrapa es al mentiroso.
Y que por donde hay que comenzar es por no mentirse a sí mismo,pues hacerlo deriva una vida en falso que le forzará a estar viviendo bajo parámetros ajenos.
La verdad de muchos mentirosos es luchar por triunfos y reconocimientos en lo externo,cuando lo que necesitan es triunfar en su interior,de donde emana cualquier posible virtud o valor.
Al escribir ficción ,no somos mentirosos,solamente ofrecemos otra realidad,ya sea paralela o divergente.
No es nuestra misión que crean en lo que escribimos,sino que lo disfruten.
Triste la vida del hombre viviendo en la mentira, somos todos Pinocho.
ResponderEliminarUn abrazo.
Todos tenemos un poquito de ese "lado oscuro". Me ha gustado el micro y la ilustración, Isabel.
ResponderEliminarUn abrazo