Se besaron, apuraron sus copas y agarrados de la mano se sentaron a escuchar su canción favorita. La aguja acariciaba los surcos y la música invadía el salón: "Somos novios pues los dos sentimos mutuo amor profundo ...". Volvieron a mirarse y sonrieron, estaba escrita para ellos: "Somos novios mantenemos un cariño limpio y puro ...".
La copa de Isabel cayó a la alfombra y al instante la de Carlos tuvo el mismo destino. Después de cincuenta años juntos habían encontrado la unión eterna: "Para darnos el más dulce de los besos ... Sin hacer mas comentarios, somos novios".
MIGUEL
La copa de Isabel cayó a la alfombra y al instante la de Carlos tuvo el mismo destino. Después de cincuenta años juntos habían encontrado la unión eterna: "Para darnos el más dulce de los besos ... Sin hacer mas comentarios, somos novios".
MIGUEL
Un amor, sin duda, eterno.
ResponderEliminarUn abrazo
Me gustó cuando lo leí en tu blog y me ha vuelto a gustar ahora que lo leo aquí.
ResponderEliminarUn abrazo.
Éstos amores que no resisten que el otro parta primero,¿Serán amor,o codependencia?
ResponderEliminarMuy buen cuento.
Maite amores de los que ya no quedan.
ResponderEliminarGracias Torcuato, así da gusto.
Carlos de la Parra son tanto una cosa como la otra. Después de tantos años se han vuelto inseparables.
Saludos, y gracias por vuestros comentarios.