Sólo la vieja Kimba era conocedora del gran secreto. La manada creía en la capacidad de las hembras de generar vida por sí mismas. Además estaba la ancestral convicción de que, del mismo modo, también inferían la muerte. Estos hechos provocaban la admiración del grupo confiriéndoles un enorme poder. Kimba sabía muy bien que si algún macho se enteraba de que ellos eran parte medular en el proceso de maternidad, la hegemonía matriarcal habría terminado.
Me ha gustado mucho, aunque no capto muy bien si es una breve historia de como pudo haber finalizado el matriarcado para dar paso al opresor patriarcado.
ResponderEliminarBienvenida Maite.
Te he modificado un poco la entrada. Fíjate en lo que he hecho para la próxima.
Un beso.
Tremendo, me gustó bastante. Está muy bien estructurado, hay agilidad en la lectura. Muy bueno.
ResponderEliminarUn abrazo
Muy hermoso relato acerca de éstas amazonas.
ResponderEliminarY opino que no hay nada mal ya sea en un matriarcado,o en un patriarcado,siempre que ésta autoridad sea plena de amor y sano equilibrio;los autoritarismos desmedidos,degeneran en nada deseables tiranías.
Microrrelatista: gracias a ti por darme la oportunida de "compartir cartel". El fin del matriarcado no tiene porqué dar como resultado un opresor patriarcado. Se trata de "creencias" y de que uno u otro (sea del género que sea) puede aprovecharse de su situación, cosa que no debería ocurrir.
ResponderEliminarBaizabal: Gracias por tu comentario. Espero que nos sigamos leyendo.
Carlos de la Parra: tienes toda la razón. En el término medio está la justa medida. Es sólo que parece ser que es muy complicado tener el poder y ser justo, cuando debería ser todo lo contrario.
Siempre nos han ocultado la verdad, peqwueñas ventajas de matriarcas.
ResponderEliminarUn beso
TR: sabemos una mínima parte de lo que pasa, ya ni te digo lo que podemos saber de la verdad.
ResponderEliminarUn abrazo