Daniel Galantz es un fantástico humorista gráfico que los que siguen este blog ya conocerán. Para los que no lo conozcan recomiendo que visitéis su blog GALANTZ.

Pues bien, cual fue mi sorpresa cuando hace unos días abrí mi correo y vi un mensaje suyo en el que me enviaba un bonito diseño para El Microrrelatista. Me gustó mucho y es el que podéis ver en la cabecera de esta página.

¡Gracias Daniel!

miércoles, 25 de enero de 2012

Sordomudo

Subió al colectivo 60 en Sucre y Cabildo. Era un niño delgado, moreno y de cabello lacio. Con un corto gruñido de presentación, fue dejando un papelucho todo manoseado sobre la pierna de cada pasajero. Cada tirita de hoja tenía, dificultosamente trazado a mano con birome azul, un pedido:

Ayudenmen con una monedita por favor soi sordo y mudo de nasimiento y tengo cinco ermanitos chiqitos que alimentarlos”.

La mayoría no tocó el papel por miedo a contagiarse vaya a saber uno qué enfermedad, apenas dos o tres tipos sacaron unos centavos del bolsillo, pero una mujer le estiró un billete de 50 pesos y, con ternura, le acarició el cabello.

Incrédulo, el nene clavó la mirada en el dinero, luego levantó la cabeza y escudriñó a la señora con ojos desorbitados; retrocedió un paso para no tocar la plata, soltó todos los papeles que le quedaban sobre la falda de la mujer y le dijo, con voz potente y clara:

-Perdón, señora, no lo puedo aceptar, porque yo… porque yo no… - y saltó del colectivo aún en movimiento.

Dicen que lloraba.

16 comentarios:

Anónimo dijo...

Y yo que pensaba que los niños de la calle son los más grandes estafadores del mundo.

Unknown dijo...

Final de fantasía, pero ésto en la realidad, nomás te digo que el niño toma ése billete y se está bajando del camión andando.
En México D.F., en la gasolinera de San Ángel frente al parque donde tienen un monumento donde guardan la mano de Alvaro Obregón, llego un pequeño que apenas hablaba y le enseñó la pulsera de oro que según él se encontró en el parque a un bigotón de 40 y tantos años, quien le ofreció 100 pesos, el niño celoso la guardó y dijo,---
"mejor se la vendo al de la joyería de enfrente que me dá doscientos.---
Como ves que le dió los 300, y a los varios días el niño en el mismo parque ensuciaba con tierra una pulsera de "oro", para cazar el pan de cada día.

A.Torrante dijo...

Y pensar que cuando lo dio en adopción lo hizo para que tuviera una vida mejor de la que podría ofrecerle ella.

Humberto Dib dijo...

Yenuén:
Hay algunos casos especiales, muy especiales...

Carlos:
Es verdad, es bastante real, pero en este relato tuve ganas de redimir al personaje.

Ato:
Bueno, porque no te imaginas la vida que tenía ella: era prostituta y con un marido borracho y golpeador. (tuve ganas de hacer una broma, pero me contuve).

Gracias a los tres.

Luisa Hurtado González dijo...

Me ha dado mucha tristeza este micro. Para algunos 50 euros no son nada, para otros un susto, el cocido o la propina, nada o todo.
Al final la vida es muy de cara o cruz y hay poco margen de maniobra.
(Perdón, creo que me he escapado un poco de tu micro)
Un beso, Luisa.

Sergio Cossa dijo...

Buen micro, Humberto.
También es muy común verlos bajar y entregarle lo recaudado a algún mayor que los dirige :(
Pero que los hay especiales, los hay.

Humberto Dib dijo...

Luisa:
No, no te has escapado, pues los temas sociales siempre están asociados.

Sergio:
El 99,99% es como lo retratas, preferí destacar el 0,01% en este relato.

Muchas gracias a ambos

Paloma Hidalgo dijo...

Dignidad, es la primera palabra que se me ha venido a la mente tras leerlo. Tuya al denunciar los males del mundo, suya al renunciar a sus principios. Y ambos separados por tan solo una letra...

Me gustó mucho.

Humberto Dib dijo...

Muchas gracias, Paloma. Dignidad habría sido un lindo título, pero rompía el remate.
Un beso.

A.Torrante dijo...

El comentario de Carlos me hizo recordar a tu post sobre El Señor de los Anillos. Será una corporación? Y pensar que uno se fija en estos casos y se olvida de Enron, Lehman, en fin...

Humberto Dib dijo...

Es verdad, debería escribir algo acerca de cómo somos víctimas de esas corporaciones, pero es tan cotidiano que creemos que es 'normal'.
Un abrazo.

Mei Morán dijo...

No supo qué hacer cuando su sencilla estrategia si funcionó. A veces estamos preparados sólo para la miseria.
Saludos cálidos

Humberto Dib dijo...

Un análisis interesante, Mei, cuando la estrategia funciona, se desarma todo, hasta su propio corazón.
Un beso.

Miguel Ángel Pegarz dijo...

Me gusta la visión de Mei especialmente.
En cuanto al magistral relato... Aún tiene conciencia, no está todo perdido.

Humberto Dib dijo...

Muchas gracias por lo de 'magistral', Cybrghost. Una palabra que pesa.
Un abrazo.

Sandra Montelpare dijo...

La incredulidad del que nada espera lo dejó sin armas. Los que van en el bondi no quieren tocar los papeles; el nene no quiere tocar la plata... genial relato, Humberto!

Decálogo para escribir microcuentos (Robado de la Escuela de escritores)


1. Un microcuento es una historia mínima que no necesita más que unas pocas líneas para ser contada, y no el resumen de un cuento más largo.

2. Un microcuento no es una anécdota, ni una greguería, ni una ocurrencia. Como todos los relatos, el microcuento tiene planteamiento, nudo y desenlace y su objetivo es contar un cambio, cómo se resuelve el conflicto que se plantea en las primeras líneas.

3. Habitualmente el periodo de tiempo que se cuente será pequeño. Es decir, no transcurrirá mucho tiempo entre el principio y el final de la historia.

4. Conviene evitar la proliferación de personajes. Por lo general, para un microcuento tres personajes ya son multitud.

5. El microcuento suele suceder en un solo escenario, dos a lo sumo. Son raros los microcuentos con escenarios múltiples.

6. Para evitar alargarnos en la presentación y descripción de espacios y personajes, es aconsejable seleccionar bien los detalles con los que serán descritos. Un detalle bien elegido puede decirlo todo.

7. Un microcuento es, sobre todo, un ejercicio de precisión en el contar y en el uso del lenguaje. Es muy importante seleccionar drásticamente lo que se cuenta (y también lo que no se cuenta), y encontrar las palabras justas que lo cuenten mejor. Por esta razón, en un microcuento el título es esencial: no ha de ser superfluo, es bueno que entre a formar parte de la historia y, con una extensión mínima, ha de desvelar algo importante.

8. Pese a su reducida extensión y a lo mínimo del suceso que narran, los microcuentos suelen tener un significado de orden superior. Es decir cuentan algo muy pequeño, pero que tiene un significado muy grande.

9. Es muy conveniente evitar las descripciones abstractas, las explicaciones, los juicios de valor y nunca hay que tratar de convencer al lector de lo que tiene que sentir. Contar cuentos es pintar con palabras, dibujar las escenas ante los ojos del lector para que este pueda conmoverse (o no) con ellas.

10. Piensa distinto, no te conformes, huye de los tópicos. Uno no escribe (ni microcuentos ni nada) para contar lo que ya se ha dicho mil veces.


Envía tus microrrelatos de no más de 200 palabras a elmicrorrelatista@gmail.com. Se irán publicando los mejores.