Daniel Galantz es un fantástico humorista gráfico que los que siguen este blog ya conocerán. Para los que no lo conozcan recomiendo que visitéis su blog GALANTZ.

Pues bien, cual fue mi sorpresa cuando hace unos días abrí mi correo y vi un mensaje suyo en el que me enviaba un bonito diseño para El Microrrelatista. Me gustó mucho y es el que podéis ver en la cabecera de esta página.

¡Gracias Daniel!

jueves, 3 de noviembre de 2011

Mellizos


Juan Ramírez tiene un hermano exactamente igual que él. Se parecen tanto que su madre los ha confundido siempre. Los remolinos del pelo están en el mismo lugar y los lunares son los mismos, aunque hay rasgos que les caracterizan, como la sonrisa de medio lado de Juan o el guiño del ojo izquierdo de Luis.
Una mañana Juan se despierta y sabe que no es él, sino Luis. Se siente demasiado contento. Se mira al espejo y ve a Luis, con su sonrisa bobalicona, igual que la suya. Guiña un ojo para cerciorarse, pero el reflejo no le convence. Su hermano Luis o Juan no está en casa. Y su madre no sabría decir quien es él y quien se ha ido.

17 comentarios:

Rocío Romero dijo...

Joper, Anita ¡olé!
Siempre me han encantado las historias sobre gemelos y confusión de identidades. En este caso, que el propio niño no sepa quién es él mismo, es una vueltecita más. Me ha gustado muuucho. Muacs ;)

Paloma Hidalgo dijo...

Pobrecito, eso de no saber si uno es uno mismo debe ser angustioso. Me encanta que la madre no sepa sacarle del apuro, que siempre hay una madre salvadora!! Estupendo Anita.

Abrazos.

Rosa dijo...

Muy bueno Anita.
Besos desde el aire

LaCuarent dijo...

Es lo que tiene los gemelos estas tan unidos
Besos

ArteDeAmar dijo...

Tanto asi como para confundirse ellos mismos.
Lindas letras nos entregas.
Besitos de Arte

Javier Ximens dijo...

Hola Anita, Creo que este relato ya te lo leí en algún blog. La calve de tu relato está en lo contento que se siente al verse "su hermano". Esa sonrisa bobalicona es la que la madre desprecia y aprecia para distinguirlos. El celo entre hermanos o como la madre tiene preferencias por Luis. Es triste este relato, Muy bien montado, felicidades.

Unknown dijo...

Tomaando la libertad de diagnosticar psiquiátricamente sin licencia, te digo que éste es un caso de gemelitis extrema, con mimetismos agudos que les confunden y dan a ver que la mamá y los gemelos están más locos que un apache abandonado en Siberia.

omar enletrasarte dijo...

era de esperar tanta confusión, saludos

Laira dijo...

¡Vaya confusión! ¡que mal rollo!.

Elysa dijo...

Es triste querer el lugar del hermano y esa maddre que no sabe decir quién es quién.

MA dijo...

Anita, esto es subrrealismo puro y muy divertido. ¡Me encanta!

Ana Crespo Tudela dijo...

No sé si ya te lo dije en tu blog o en La Esfera, pero, sea como sea, lo repito, me ha encantado. Por cierto, ¿dónde está el que falta?
Un beso

Susana Camps dijo...

Ya lo había leído en tu blog, y la relectura me confirma que usas tu aparente sencillez narrativa para decir muchas cosas, para hablar de la tortura de no tener identidad o del alivio más inconfesable por desaparición de rival... etcétera. Es inquietante esta simetría que se libera.
Besos.

alp dijo...

Jolines, eso es confundir..pero creo que yna madre y un padre los distinguiría,,jeje, un beso desde Murcia...seguimos...

Torcuato dijo...

Lo intenté poner el otro día pero bloguer no me dejó.

Un honor tener este magistral micro en El Microrrelatista.
Ya te lo dije en tu blog, Ana, Muy bueno.

Besos

Pedro Sánchez Negreira dijo...

Lo leí inicialmente en tu blog y me pareció estupendo.

Así que reitero aquí mi parecer y te felicito, Ana.

Un saludo.

Anita Dinamita dijo...

Jope, me había despistado... ¡qué alegría tantos comentarios!
A veces uno no sabe ni quien es, si encima tuvieras un gemelo.
Eso... ¿y donde está el otro (Juan o Luis)?
Carlos de la Parra, me encanta lo del apache abandonado en Siberia, me lo apunto!
Gracias por vuestros comentarios, que enriquecen el texto.
Abrazos

Decálogo para escribir microcuentos (Robado de la Escuela de escritores)


1. Un microcuento es una historia mínima que no necesita más que unas pocas líneas para ser contada, y no el resumen de un cuento más largo.

2. Un microcuento no es una anécdota, ni una greguería, ni una ocurrencia. Como todos los relatos, el microcuento tiene planteamiento, nudo y desenlace y su objetivo es contar un cambio, cómo se resuelve el conflicto que se plantea en las primeras líneas.

3. Habitualmente el periodo de tiempo que se cuente será pequeño. Es decir, no transcurrirá mucho tiempo entre el principio y el final de la historia.

4. Conviene evitar la proliferación de personajes. Por lo general, para un microcuento tres personajes ya son multitud.

5. El microcuento suele suceder en un solo escenario, dos a lo sumo. Son raros los microcuentos con escenarios múltiples.

6. Para evitar alargarnos en la presentación y descripción de espacios y personajes, es aconsejable seleccionar bien los detalles con los que serán descritos. Un detalle bien elegido puede decirlo todo.

7. Un microcuento es, sobre todo, un ejercicio de precisión en el contar y en el uso del lenguaje. Es muy importante seleccionar drásticamente lo que se cuenta (y también lo que no se cuenta), y encontrar las palabras justas que lo cuenten mejor. Por esta razón, en un microcuento el título es esencial: no ha de ser superfluo, es bueno que entre a formar parte de la historia y, con una extensión mínima, ha de desvelar algo importante.

8. Pese a su reducida extensión y a lo mínimo del suceso que narran, los microcuentos suelen tener un significado de orden superior. Es decir cuentan algo muy pequeño, pero que tiene un significado muy grande.

9. Es muy conveniente evitar las descripciones abstractas, las explicaciones, los juicios de valor y nunca hay que tratar de convencer al lector de lo que tiene que sentir. Contar cuentos es pintar con palabras, dibujar las escenas ante los ojos del lector para que este pueda conmoverse (o no) con ellas.

10. Piensa distinto, no te conformes, huye de los tópicos. Uno no escribe (ni microcuentos ni nada) para contar lo que ya se ha dicho mil veces.


Envía tus microrrelatos de no más de 200 palabras a elmicrorrelatista@gmail.com. Se irán publicando los mejores.