sábado, 18 de abril de 2015

Peregrino



Pasaba de paso casi todos los días, por ese lugar distinto, único, donde los aromas embriagaban y los sutiles sonidos adormecían. Nunca se había detenido a contemplar la belleza de las pinturas colgadas al descuido en la pared ni los colores de los tapetes púrpuras y malvas, ni menos los tapices reproduciendo sagradas figuras. Nunca había imaginado la presencia celestial del Maestro que todo justificaba. Ese día se detuvo en el doyo y escuchó su palabra. Entró en el salón y se sentó sobre la alfombra tupida. Aprendió a escuchar y a observar el Mundo. Se enamoró de la vida.

4 comentarios:

  1. Muy cierto, Zuni.
    A veces hay que detenerse para captar el movimiento.

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  2. Gracias Carlos por la gentileza en tus palabras.

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  3. Lindo momento aquel en el que aprender a -observar- realmente eso que tantas veces has visto de pasada. La belleza está por todos los rincones; sólo hay que aprender a apreciarla.

    Poca gente sabe observar de verdad; y lo de escuchar ..., eso sí que es dificilillo... Yo todavía tengo mucho que aprender!
    Precioso texto, Un saludo!

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  4. maravilloso texto no se de quien es pero me encantó
    Deteniéndose por un momento
    uno puede captar la magia que lo envuelve
    brindo por el que escribió esta entrada

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