miércoles, 29 de enero de 2014

En blanco y negro

Pocos pueden atestiguar sobre lo que realmente ocurrió, hace ya muchos años, en el viejo cinematógrafo del pueblo. El antiguo propietario –herido esa noche de un disparo, según dicen, al intentar apagar el proyector- es ahora tan senil que ya no recuerda ni su nombre. Del puñado de espectadores que sobrevivieron al tiroteo protegiéndose detrás de las butacas, solo Milton aún sigue vivo, pero se niega a hablar, (lo cierto es que nunca superó aquel trauma). Y por último, el que antaño fuera acomodador del cine –quien al parecer presenció toda la escena escondido detrás de las cortinas-, continúa con su ridículo alegato de que el responsable de los disparos fue el protagonista de la película. 




6 comentarios:

  1. En el pueblo han de pensar que o fué el, o quedó confundido entre los balazos de la pantalla.
    Queda sospechoso por igual al lector.

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  2. Ese pueblo parece el final de "Malditos Bastardos" de Tarantino.

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  3. Ese acomodador no me gusta nada. La ausencia de propinas puede estar en el trasfondo de ese suceso...todavía no esclarecido.

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  4. Un cuento donde la ficción entra en otra ficción, la que la describe. Saludos.

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  5. Enhorabuena!
    Que maravilla ocurrió en ese cine?

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