Tras una oportuna llamada
de advertencia, la grúa se lleva al desguace el vetusto coche estacionado
durante meses en el mismo sitio. El vecino del tercero se apresura a ocupar la
plaza vacía con su furgoneta. La señora del bajo se alegra de no tener que ver
más esa cochambre frente a su puerta. La anciana de enfrente, aunque apenada,
admite que el automóvil de su difunto esposo ya no podía seguir allí. Y el
pandillero del ático, satisfecho, se regodea pensando en que el cuerpo que
escondió en el maletero, será pronto un amasijo prensado entre la chatarra.
"No hay mal que por bien no venga".
ResponderEliminarMe ha gustado. :)
Besos.
La vida misma. Lo único que si llevaba días las olores serían desagradables.
ResponderEliminarUn saludo.
El pandillero del atico se puso tan nervioso,creyendo que la policia se habia llevado el coche,que apresuradamente fue a comisaria y confeso su crimen.
ResponderEliminarDicen que no hay crímenes perfectos, pero esto parece aproximarse bastante.
ResponderEliminarMe gustó.
Pues todos contentos.
ResponderEliminarMagistral tu capacidad de empacar éste cuento como debe ser.
ResponderEliminarEres genial y preciosa.
Fantástico, Sara, tu habilidad con las letras ampliada al mil por ciento.
ResponderEliminarExcelente...
¡Saludos!
Muy buen final, ¡y la grúa salió gratis!!!!
ResponderEliminarMe encantó este relato. Estos que se basan en la concatenación de acontecimientos son de mis preferidos y Sara tiene un talentazo para llevarlos así de bien. Abrazos!
ResponderEliminarSimple y llanamente ¡buenísimo!
ResponderEliminarUn abrazo, Sara
Rosy
¡Gracias por vuestros comentarios!
ResponderEliminarAbrazos.