"¡Es una niña!" dijo la partera, mientras con unas pinzas de depilar sacaba a la criatura por el ojo de la cerradura de aquel cinturón de castidad. La parturienta rememoraba la noche en que tuvo la sorpresiva visita de aquel liliputiense que traía noticias de su esposo. Una sonrisa se dibujó en su rostro.
Claudia Sánchez
Seguro que las noticias eran buenas.
ResponderEliminarMe gustó tu relato. Muy sorprendente y abierto el final, con esa sonrisa...
Un abrazo
Fantástico! ¡Que bien la elipsis y todo! Un abrazo
ResponderEliminarJajaja, Claudia, está bien este micro donde el protagonista es también microhumano. Me he reído imaginándome la escena. Y lo de sacar al niño con pinzas ha sido lo más!!
ResponderEliminarUn abrazo.
Reconozco que cuando he leído que sacaban a la niña por la cerradura del cinturón de castidad he hecho un guiño.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un beso.
Por cierto en el relato que he presentado ha la SER esta semana también sale un liliputiense. Ja, ja.
ResponderEliminarYa lo publicaré.
Gracias amigos por sus comentarios. Cuando coloco una imagen en el relato es porque es la imagen disparadora sobre la que escribí. Ahora díganme... que cuernos se puede decir de una mujer saliendo de una cerradura? ;-)
ResponderEliminarSaludos!
Bien... supongo.
ResponderEliminarCreo que no entendí.
Un abrazo.
Buen elemento de shock el transferir personajes de los cuentos infantiles a un relato de caballeros armados. Es siempre efectivo en los relatos el cinturón de castidad, como que el espectador está deseando que falle.
ResponderEliminarjajaja me encantó Claudia :)
ResponderEliminarhumor muy fino :)
Se me había escapado este... jjaja
ResponderEliminarFantastico!
¡Bien! Me ha gustado, pero... tengo una duda que me persigue desde que vi por primera vez esta imagen.
ResponderEliminar¿De donde es?