Seguimos sin hablarnos. Después de un año todo sigue igual. Cada mañana nos sentamos en los mismos sitios y durante diez minutos nuestras miradas se buscan a hurtadillas. Durante esos instantes de escurridizas miradas mis preocupaciones se desvanecen y nada más importa, sólo tú.
Pese a que el anillo desvela que otro disfruta de lo que yo no tengo, no eres feliz. Lo sé por esa sonrisa que me regalas al apearte del tren. Desde ese adiós sólo deseo que el tiempo vuele y que pronto amanezca para reencontrarte y disfrutar en silencio de los mejores minutos del día.
Pese a que el anillo desvela que otro disfruta de lo que yo no tengo, no eres feliz. Lo sé por esa sonrisa que me regalas al apearte del tren. Desde ese adiós sólo deseo que el tiempo vuele y que pronto amanezca para reencontrarte y disfrutar en silencio de los mejores minutos del día.
MIGUEL
Hermoso retrato de una situación tan dolorosa especialmente para alguien joven, quien aún no ha desarrollado la coraza para sobrevivir éstos sufrimientos o las formas de superarlos.
ResponderEliminarPor el modo en que planteás el final, mi impresión de lectora es que ellos jamás pondrán en palabras sus sentimientos. Aún así el final es abierto...
ResponderEliminarSaludos cordiales Miguel
Muy bueno, Miguel. Realmente me ha gustado la forma de contarlo, aunque el tema es recurrente, lo has sabido hacer de forma que enganche. Un abrazo.
ResponderEliminarEsos encuentros en autobuses, trenes, metros... todos los días a la misma hora esperando al amor de nuestra vida. Un alegato a favor del transporte público!
ResponderEliminarCarlos de la Parra creo que situaciones de estas tampoco entienden de edades, aunque es cierto que cuando tienes ya unos años tampoco estás para "perder el tiempo" como se hace cuando aún tienes toda la vida por delante.
ResponderEliminarPatricia a mí me da que has dado en el clavo.
Maite es cierto que es un tema muy manido, pero últimamente sólo me salen relatos de ese tipo. La inspiración se ha ido de vacaciones. Ahora le tocaba a ella.
Anita Dinamita desde luego no seré yo el que critique al transporte público. Además en él pueden surgir historias como esta o similares.
Saludos a todos y gracias por vuestros comentarios.
Quizás me equivoque, pero creo que los amores imposibles...ésos que no se dan...al final son los que más hondamente calan en el corazón, y es que parece más fácil amar de lejos, en donde los defectos no existen y el amor puede ser eterno.
ResponderEliminarMe gustó mucho :)